EL
TERRORISMO DE ESTADO EN TIEMPOS DE NEGOCIACIÓN
Hoy en día la humanidad está
conviviendo con un régimen de poder imperial, que ha estructurado su política
intervencionista amparado en conceptos como el de seguridad nacional, orden
internacional, democracia y lucha contra el terrorismo. Es así como de manera
maniquea - en la que la racionalidad se enmarca dentro de la dicotomía entre el
bien y el mal, los buenos y los malos, los terroristas y los guardianes de la
democracia – el concepto de terrorismo toma una sustanciación, que le permite
al poder satanizar las acciones
enmarcadas dentro del proceso de construcción de la dignidad humana, como son
el derecho a la resistencia, el derecho a organizarse y promover luchas en
contra del despotismo y la injusticia.
En este contexto los círculos del
poder político y económico no se han puesto de acuerdo para definir lo que
podría ser los contenidos esenciales que configuren el concepto de terrorismo; ya que debe
contemplarse como terrorista toda acción o actitud que atente contra la
dignidad humana, la cohesión cultural de los pueblos y las libertades
individuales.
Existen múltiples definiciones de este concepto. El
Manual de Campo del Ejército de los Estados Unidos, por ejemplo, define el terrorismo como el “uso ilegal de – o amenaza de usar – la fuerza o
violencia contra individuos o propiedades para ejercer coerción o
intimidar gobiernos o sociedades,
frecuentemente para lograr objetivos, políticos, religiosos o ideológicos”.
Los entes políticos de los Estados
Unidos definen el terrorismo como
“violencia premeditada, políticamente motivada, perpetrada contra objetivos no combatientes,
por grupos subnacionales o agentes clandestinos, generalmente con la intención
de influenciar a una audiencia.[1]
Roberto Toscazo (2002) (diplomático
italiano), comenta que “Hoy definimos con
el mismo concepto de “terrorismo “fenómenos radicalmente distintos, como los
cuatro aviones asesinos del 11- S y un adolescente palestino que salta por los
aires en un cruce en Jerusalén. No hay que asombrarse de que el terrorismo, por
su objetivo impacto político militar, sus efectos psicológicos y las cuestiones morales que suscita, sea hoy
el centro del discurso internacional y sea objeto de miles de artículos,
debates, conferencias y mesas redondas
en todo el mundo. Y, sin embargo, gran
paradoja, nosotros no sabemos, literalmente, de qué estamos hablando, desde el
momento en que aún no existe una
definición de terrorismo universalmente aceptada”
En el artículo 2, de esta definición
se consagra también que La lucha de los
pueblos, incluida la lucha armada contra el invasor extranjero, la agresión, el
colonialismo y la hegemonía , que persigue la liberación y la
autodeterminación de acuerdo con los
principios del derecho internacional no se consideran un crimen terrorista” [2]
Respecto del concepto de terrorismo,
podemos tomar la siguiente reflexión de Henner Hess: “ When we call an act “terrorism” or a person a terrorist” we usually
exprees a strong negative valve
judgement. We transfer
onto this so labelled phenomenon a higlhy pesorative connotaction. A discussion
of terrorism withouth taking into account the stigmatizing function of the
label would miss a essential point. Furthermore, if we define a phenomenon as
terrorism, this definition will influence our reaction , and our reaction will,
in turn, influence the behavior of the people so labeled, usually into, the
direction of the label”. (Hess, 2003).
Es posible establecer como hipótesis
que la configuración del concepto de
terrorismo, está medida por intereses particulares de los gobiernos de las naciones poderosas a nivel internacional
y las familias y grupos económicos que ostentan el poder a nivel nacional y
local. Esta conceptualización
diluida ha permitido que en muchos
Estados a nombre de “una cruzada contra el terrorismo”, se limiten los derechos
de las personas, se invadan territorios y
se cometan genocidios. Podemos aquí anotar la agresión que hace el
gobierno israelí sobre el pueblo de palestina y más recientemente los ataques
indiscriminados en el Líbano, la
violación de los derechos humanos por parte del ejercito norteamericano en
Bagdad y en la base prisión de Guantánamo. Desde esta perspectiva podríamos
afirmar que para las potencias mundiales y para algunos gobiernos, en el plano
de lo local la definición de terrorismo, es “lo que ellos (el poder)
dispongan”.
Trosky, refiriéndose sobre la concepción que la
burguesía tenía, respecto al concepto de terrorismo, comentaba: “Nuestros enemigos de clase tienen la costumbre de quejarse de nuestro
terrorismo. No resulta claro qué quieren decir. Les gustaría ponerles el rótulo
de terrorismo a todas las acciones del proletariado dirigidas contra los
intereses del enemigo de clase. Para ellos el método principal del terrorismo
es la huelga. La amenaza de una huelga, la organización de piquetes de
huelga, el boicot económico a un patrón super explotador, el boicot moral a
un traidor de nuestras propias filas: todo esto y mucho más es calificado de
terrorismo. Si por el terrorismo se entiende cualquier acción que
atemorice o dañe al enemigo, entonces la lucha de clase no es sino terrorismo.
Y lo único que resta considerar es si
los políticos burgueses tienen derecho a proclamar su indignación moral acerca
del terrorismo proletario, cuando su aparato estatal , con sus leyes, policía y
ejército no es sino un instrumento del terror capitalista.”[3]
El
Terrorismo de Estado
Si existen problemas para tener una
definición universal del concepto de terrorismo, con mayor razón se hace casi imposible tener
una aceptación por parte de los gobiernos de la conceptualización de Terrorismo
de Estado.
En general se define el Terrorismo de
Estado como el uso sistemático por parte del
gobierno de un Estado, de amenazas y represalias, considerado a menudo
ilegal dentro de incluso su propia
legislación, con el fin de imponer obediencia y una colaboración activa a la
población. Es decir, la práctica del terror desde el poder.
Generalmente este terrorismo de Estado está enfocado hacia la destrucción de la
oposición política o ideológica y /o aniquilar la oposición armada. En los
últimos años este terrorismo de Estado se ha acentuado como parte integrante de
la política internacional encaminada a definir intereses geo-estratégicos.
Desde esta perspectiva podemos
catalogar a el Estado de Israel como un Estado Terrorista, que bombardea
sistemáticamente e indiscriminadamente
un territorio alegando que los habitantes de este territorio han
cometido actos de terrorismo. Amparados en esta lógica el Estado Israelí
cometió un acto de genocidio contra la población civil en Qaná ( en la cual
murieron más de 60 personas, 37 de las cuales eran niños), hecho que fue
censurado por el vicepresidente de Venezuela , Vicente Rangel, con las
siguientes palabras: “ No es posible
callar. Y quien lo haga es indigno. No es posible callar lo que está haciendo el Estado de Israel, con
los palestinos y Libaneses. El silencio equivaldría al silencio que guardaron
durante mucho tiempo personajes y Estados frente a la irracionalidad del
nazismo. Al silencio cómplice que guardaron muchos en el pasado ante el
genocidio cometido por el pueblo judío. Lo de la masacre de Qanán, el asesinato
de decenas de niños y mujeres no tiene justificación ninguna, y en el fondo es
la consecuencia de las omisiones y silencios guardados por Naciones Unidas y
países con peso específico ante los ataques
del ejército de Israel contra los habitantes de Gaza y el Líbano.”
Lo mismo ocurre con los Estados
Unidos, que por medio de su Central de Inteligencia (CIA) secuestra personas,
coloca bombas, hacen guerra bacteriológica. Así mismo, impone bloqueos económicos, con el fin de desestabilizar gobiernos que
no son afines a su política o para ganar ventajas geo- estratégicas ligadas al
apoderamiento de los recursos naturales, como el petróleo. Podemos afirmar que
el Terrorismo de Estado es actualmente la forma principal de terrorismo y el
terrorismo de resistencia es
generalmente la respuesta al terrorismo de Estado.
El
terrorismo de Estado en Colombia
Colombia es un país que se caracteriza
por sus grandes desigualdades económicas y sociales. El 0.4% de los colombianos
(15.273 personas) es dueño del 61.2% de
la tierra que equivale a 114 millones de hectáreas, mientras que 3.5 millones
poseen el 24%.
Entre los años 1987 y 1992 fueron asesinados
en Colombia 4.500 miembros de la Unión
Patriótica, e igualmente sucedió con los militantes del movimiento político
amplio A Luchar. 9 de cada 10
asesinatos de sindicalistas que se producen en el mundo ocurren en Colombia, con un 100% de
impunidad. En el año del 2002 hubo 1974 desaparecidos, en el 2003 fueron 4.800
civiles arrestados falsamente acusados
de rebelión civil.
Desde
diciembre del 2003 más de 10.000 personas han sido asesinadas por grupos paramilitares. Existe
una comprobada complicidad entre el Estado y los grupos de extrema derecha.
Amnistía Internacional en uno de los
informes relacionados con los derechos humanos en Colombia, señalaba: “Los tipos
de violación cometidas por el ejército varían en función de la región y la
unidad. Por ejemplo, en el Oriente de
Colombia, donde los paramilitares son una fuerza débil o todavía no se han implementado totalmente,
el ejército está totalmente implicado en el asesinato de civiles y de prisioneros fuera de combate, torturas y
amenazas de muerte. En el resto del país, donde los paramilitares cuentan con
presencia destacada, el ejército no actúa contra ellos y tolera su actividad,
que incluye violaciones atroces del derecho internacional humanitario;
suministra información de inteligencia y
apoyo logístico a algunos grupos paramilitares para que puedan llevar a cabo
operaciones¸ y promueve activamente y se
coordina con paramilitares con los que realiza maniobras conjuntas”.[4]
Actualmente se confirma la relación
estratégica que se implementó entre el Estado y los grupos paramilitares, desde
donde se diseñó una campaña para aniquilar la resistencia civil propiciada
desde movimientos sociales; desalojar a los campesinos de sus tierras, eliminar
los líderes sindicales y de Derechos Humanos
y acallar las voces demócratas y progresistas del país. Al frente de
esta estrategia estuvo el Presidente Álvaro Uribe Velez.
Como respuesta a esta acción del
Estado los grupos subversivos de
Colombia FARC y ELN, han acudido ha
estrategias de guerra no convencionales, catalogadas por el Estado Colombiano y
el gobierno Norteamericano como terroristas.
En contraposición estos dos gobiernos han implementado el Plan Colombia.
E.E.UU han suministrado más de 8.000
millones de dólares al gobierno de Colombia en los últimos años.
Los gastos que hace el gobierno para
mantener la guerra aumenta año tras año, en detrimento del gasto social. Por ejemplo, en el período 1998 – 2001, periodo
en el que la población colombiana reclamaba mayor inversión para sectores
básico como la educación, la salud y la vivienda, los gastos militares fueron
del siguiente orden.
Fuerza Publica y Seguridad, asignaciones presupuestales 1998-2001
Concepto
|
1998
|
1999
|
2000
|
2001
|
Crecimiento
anual
|
Participación
PIB (miles de millones de pesos)
|
|||||
<
99/98
|
00/99
|
01/00
|
1998
|
1999
|
2000
|
2001
|
|||||
Gastos de
personal
|
2.192,8
|
2.615,2
|
2.843,9
|
3.007,0
|
19%
|
9%
|
6%
|
1,55%
|
1,72%
|
1,64%
|
1,53%
|
Gastos Generales
|
782,2
|
851,2
|
874,1
|
786,2
|
9%
|
3%
|
-10%
|
0,55%
|
0,56%
|
0,50%
|
0,40%
|
Transferencias
|
1.328,3
|
1.553,7
|
1.613,4
|
1.776,4
|
17%
|
4%
|
10%
|
0,94%
|
1,02%
|
0,93%
|
0,91%
|
Funcionamiento
|
4.302,6
|
5.020,1
|
5.331,3
|
5.596,5
|
17%
|
6%
|
4%
|
3,04%
|
3,30%
|
3,07%
|
2,84%
|
Inversión
|
330,0
|
445,7
|
759,3
|
756,7
|
35%
|
70%
|
0%
|
0,23%
|
0,29%
|
0,44%
|
0,39%
|
Total
presupuesto
|
4.632,5
|
5.465,7
|
6.090,5
|
6.326,2
|
18%
|
11%
|
4%
|
3,27%
|
3,60%
|
3,51%
|
3,23%
|
Participación en
el presupuesto
|
13,7%
|
13,1%
|
13,4%
|
11,9%
|
-
|
-
|
-
|
-
|
-
|
-
|
-
|
Fuente: Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Incluye
presupuesto del Ministerio de Defensa, policía Nacional, DAS y Cajas de Retiro.
A partir del año 2001 hasta el 2011
esta tendencia se ha mantenido, lo cual refleja la intención guerrerista de los
sucesivos gobiernos y particularmente del gobierno de Uribe
El anterior panorama nos permite
afirmar que en Colombia existe una guerra interna, en la cual el Estado además
del uso legal de la fuerza, ha acudido a la conformación de grupos con un
perfil terrorista, como son las Autodefensas Unidas de Colombia y a prácticas
de carácter terrorista como son la desaparición forzada y el asesinato. Es
decir, el Estado se mueve entre la legalidad y la ilegalidad como una
estrategia para asegurar la continuidad en el poder de una élite dominante,
estrechamente comprometida con el narcotráfico y las bandas de paramilitares.
Constitucionalmente el Estado
Colombiano cuenta con una normatividad que le permite enfrentar el terrorismo.
La regulación colombiana de los estados de Excepción, está contemplada en los
artículos 2122, 213, 214 y 215. Entre
estas medidas en el artículo 214 se consagra que “no podrán suspenderse los
derechos humanos ni las libertades fundamentales. Se respetará el derecho internacional humanitario y además
se establecerán los controles judiciales necesarios para garantizar dichos derechos”.
Sin embargo, amparado en la política
de la Seguridad Democrática, el Estado colombiano ha impulsado una serie de
acciones que rompen con lo estipulado en el Estado Constitucional de Derecho.
A
MANERA DE CONCLUSIÓN
Al realizar un estudio del concepto de
terrorismo y sus prácticas, podemos afirmar que éste se ha constituido en una
estrategia de guerra utilizada por los
que poseen el poder “Terrorismo de
Estado” y los que luchan por cambiar las formas de dominación imperantes “
Terrorismo de resistencia”.
A nivel internacional esta
confrontación muestra diferentes facetas tanto por los motivos como por los
medios empleados para crear el terror. Por ejemplo, ante la agresión realizada
por los Estados Unidos e Inglaterra, con la utilización del Estado Israelí,
contra los pueblos árabes y palestinos, éstos responden utilizando el
terrorismo como una arma de resistencia
y única posibilidad de confrontar el poderío militar y tecnológico de las
potencias agresoras; esto en el contexto de la guerra asimétrica.
A nivel nacional, se presenta el mismo
fenómeno, pero en menor escala. En
Colombia por ejemplo, el Estado
Norteamericano diseñó el Plan Colombia
para enfrentar el narcotráfico, Sin embargo, este Plan tenía como
verdadero propósito enfrentar las guerrillas, específicamente las FARC y el ELN. y debilitar las luchas
sociales. Este plan contempló acciones tales como
fortalecer el paramilitarismo, propiciar los desplazamientos forzados,
asesinatos selectivos, y recortar las
libertades individuales; como “mecanismos garantes de un proceso de paz”.
Por lo tanto, en un escenario como el
planteado no se debe contemplar el avance en una negociación; sin antes haber
aclarado ante la sociedad colombina y las cortes internacionales el papel que
ha jugado el terrorismo de Estado; propiciar
el desmantelamiento de esta práctica y juzgar a los responsables. Sólo
así es posible adelantar diálogos pero unos diálogos en el que la
responsabilidad y el sentido de las negociaciones las plantee la sociedad
civil.
BIBLIOGRAFIA
HESS,
Henner. Like Zealots and Romans: Terrorism and empire in the 21 century. En:
Crime, law & social change. Klawer Academic Publisher (2003).
Netherlands. 2003.
LAUQUEUR,
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Ministerio de Hacienda y Crédito
Público. Fuerza pública y seguridad. Asignaciones 1998- 2001. Bogotá. 1998.
NIETO, Irad E. Estado Constitucional y Terrorismo. En:
Revista Temática de Filosofía del Derecho. 2006. www. Filosofía y
derecho.com/rtfd.
RAIGADA, José Luis. Comunicación
social y terrorismo. En: Revista
Telos, No 14, 1998. pp 35 – 45.
REINERES, Fernando. Terrorismo y
antiterrorismo. Ediciones Paidos. Barcelona, 1998.
TOSCANO, Roberto. Por una definición
del terrorismo. En: Diario del
País, 3 junio 2002. Madrid, España.
[2] Convención de la Conferencia Islámica ,
realizada en Kuala Lumpur en Marzo del 2002. Referencia publicada por el
Internacional Herald Tribune , el 3 de
Abril del 2002.
[4] Informe Human Rights Watch, 1998. Colombia guerra sin cuartel.
Violaciones del Derecho Internacional Humanitario
[1] Título 22 del Código de Los Estados Unidos, sección 2656(d).
[2] Convención de la Conferencia Islámica ,
realizada en Kuala Lumpur en Marzo del 2002. Referencia publicada por el
Internacional Herald Tribune , el 3 de
Abril del 2002.
[3] Artículo publicado en 1911, en la edición de Der Kamp, con el título
de Acerca del terrorismo
[4] Informe Human Rights Watch, 1998. Colombia guerra sin cuartel.
Violaciones del Derecho Internacional Humanitario