Ediciones Arracimada

jueves, 13 de septiembre de 2012

Terrorismo de Estado en Tiempos de Negociación


 

EL TERRORISMO DE ESTADO EN TIEMPOS DE NEGOCIACIÓN

 

Hoy en día la humanidad está conviviendo con un régimen de poder imperial, que ha estructurado su política intervencionista amparado en conceptos como el de seguridad nacional, orden internacional, democracia y lucha contra el terrorismo. Es así como de manera maniquea - en la que la racionalidad se enmarca dentro de la dicotomía entre el bien y el mal, los buenos y los malos, los terroristas y los guardianes de la democracia – el concepto de terrorismo toma una sustanciación, que le permite al poder  satanizar las acciones enmarcadas dentro del proceso de construcción de la dignidad humana, como son el derecho a la resistencia, el derecho a organizarse y promover luchas en contra del despotismo y la injusticia.

 

En este contexto los círculos del poder político y económico no se han puesto de acuerdo para definir lo que podría ser los contenidos esenciales que configuren  el concepto de terrorismo; ya que debe contemplarse como terrorista toda acción o actitud que atente contra la dignidad humana, la cohesión cultural de los pueblos y las libertades individuales.

 

Existen  múltiples definiciones de este concepto. El Manual de Campo del Ejército de los Estados Unidos, por ejemplo,  define el terrorismo  como el “uso ilegal  de – o amenaza de usar – la fuerza o violencia contra individuos o propiedades para ejercer coerción o intimidar  gobiernos o sociedades, frecuentemente para lograr objetivos, políticos, religiosos o ideológicos”.

 

Los entes políticos de los Estados Unidos  definen el terrorismo como “violencia premeditada, políticamente motivada,  perpetrada contra objetivos no combatientes, por grupos subnacionales o agentes clandestinos, generalmente con la intención de influenciar a una audiencia.[1]

 

Roberto Toscazo (2002) (diplomático italiano), comenta que “Hoy definimos con el mismo concepto de “terrorismo “fenómenos radicalmente distintos, como los cuatro aviones asesinos del 11- S y un adolescente palestino que salta por los aires en un cruce en Jerusalén. No hay que asombrarse de que el terrorismo, por su objetivo impacto político militar, sus efectos psicológicos  y las cuestiones morales que suscita, sea hoy el centro del discurso internacional y sea objeto de miles de artículos, debates, conferencias  y mesas redondas en todo el mundo. Y, sin embargo,  gran paradoja, nosotros no sabemos, literalmente, de qué estamos hablando, desde el momento en que aún no existe  una definición de terrorismo universalmente aceptada”

 

La Organización de la Conferencia Islámica,  definió como terrorismo “ Cualquier acto de violencia o amenaza, prescindiendo de sus motivaciones o intenciones, perpetrado con el objetivo de llevar a cabo un plan criminal individual o colectivo con el fin de atemorizar a la gente o amenazarla con causarle daño o poner en peligro su vida, honor, libertad, seguridad, derechos”.

 

En el artículo 2, de esta definición se consagra también que  La lucha de los pueblos, incluida la lucha armada contra el invasor extranjero, la agresión, el colonialismo y la hegemonía , que persigue la liberación y la autodeterminación  de acuerdo con los principios del derecho internacional no se consideran un crimen terrorista” [2]

 

 

Respecto del concepto de terrorismo, podemos tomar la siguiente reflexión de Henner Hess: “ When we call an act “terrorism” or a person a terrorist” we usually exprees  a strong negative valve judgement. We transfer onto this so labelled phenomenon a higlhy pesorative connotaction. A discussion of terrorism withouth taking into account the stigmatizing function of the label would miss a essential point. Furthermore, if we define a phenomenon as terrorism, this definition will influence our reaction , and our reaction will, in turn, influence the behavior of the people so labeled, usually into, the direction of the label”. (Hess, 2003).

 

Es posible establecer como hipótesis que la  configuración del concepto de terrorismo, está medida por intereses particulares de los gobiernos  de las naciones poderosas a nivel internacional y las familias y grupos económicos que ostentan el poder a nivel nacional y local. Esta  conceptualización diluida  ha permitido que en muchos Estados a nombre de “una cruzada contra el terrorismo”, se limiten los derechos de las personas, se invadan territorios y  se cometan genocidios. Podemos aquí anotar la agresión que hace el gobierno israelí sobre el pueblo de palestina y más recientemente los ataques indiscriminados en el Líbano,  la violación de los derechos humanos por parte del ejercito norteamericano en Bagdad y en la base prisión de Guantánamo. Desde esta perspectiva podríamos afirmar que para las potencias mundiales y para algunos gobiernos, en el plano de lo local la definición de terrorismo, es “lo que ellos (el poder) dispongan”.

 

Trosky,  refiriéndose sobre la concepción que la burguesía tenía, respecto al concepto de terrorismo,  comentaba: “Nuestros enemigos de clase tienen la costumbre de quejarse de nuestro terrorismo. No resulta claro qué quieren decir. Les gustaría ponerles el rótulo de terrorismo a todas las acciones del proletariado dirigidas contra los intereses del enemigo de clase. Para ellos el método principal del terrorismo es la huelga. La amenaza de una huelga, la organización de piquetes de huelga,  el boicot económico a un   patrón super explotador, el boicot moral a un traidor de nuestras propias filas: todo esto y mucho más es calificado de terrorismo. Si  por el  terrorismo se entiende cualquier acción que atemorice o dañe al enemigo, entonces la lucha de clase no es sino terrorismo. Y lo único  que resta considerar es si los políticos burgueses tienen derecho a proclamar su indignación moral acerca del terrorismo proletario, cuando su aparato estatal , con sus leyes, policía y ejército no es sino un instrumento del terror capitalista.”[3]

 

 

 

El Terrorismo de Estado

 

Si existen problemas para tener una definición universal del concepto de terrorismo,  con mayor razón se hace casi imposible tener una aceptación por parte de los gobiernos de la conceptualización de Terrorismo de Estado.

 

En general se define el Terrorismo de Estado  como el uso sistemático por parte del gobierno de un Estado, de amenazas y represalias, considerado a menudo ilegal  dentro de incluso su propia legislación, con el fin de imponer obediencia y una colaboración activa a la población. Es decir, la práctica del terror desde el poder. Generalmente este terrorismo de Estado está enfocado hacia la destrucción de la oposición política o ideológica y /o aniquilar la oposición armada. En los últimos años este terrorismo de Estado se ha acentuado como parte integrante de la política internacional encaminada a definir intereses   geo-estratégicos.

 

Desde esta perspectiva podemos catalogar a el Estado de Israel como un Estado Terrorista, que bombardea sistemáticamente e indiscriminadamente  un territorio alegando que los habitantes de este territorio han cometido actos de terrorismo. Amparados en esta lógica el Estado Israelí cometió un acto de genocidio contra la población civil en Qaná ( en la cual murieron más de 60 personas, 37 de las cuales eran niños), hecho que fue censurado por el vicepresidente de Venezuela , Vicente Rangel, con las siguientes palabras: “ No es posible callar. Y quien lo haga es indigno. No es posible callar  lo que está haciendo el Estado de Israel, con los palestinos y Libaneses. El silencio equivaldría al silencio que guardaron durante mucho tiempo personajes y Estados frente a la irracionalidad del nazismo. Al silencio cómplice que guardaron muchos en el pasado ante el genocidio cometido por el pueblo judío. Lo de la masacre de Qanán, el asesinato de decenas de niños y mujeres no tiene justificación ninguna, y en el fondo es la consecuencia de las omisiones y silencios guardados por Naciones Unidas y países con peso específico  ante los ataques del ejército de Israel contra los habitantes de Gaza y el Líbano.”

 

Lo mismo ocurre con los Estados Unidos, que por medio de su Central de Inteligencia (CIA) secuestra personas, coloca bombas, hacen guerra bacteriológica. Así mismo,  impone bloqueos económicos,   con el fin de desestabilizar gobiernos que no son afines a su política o para ganar ventajas geo- estratégicas ligadas al apoderamiento de los recursos naturales, como el petróleo. Podemos afirmar que el Terrorismo de Estado es actualmente la forma principal de terrorismo y el terrorismo de resistencia  es generalmente la respuesta al terrorismo de Estado.

 

 

El terrorismo de Estado en Colombia

 

Colombia es un país que se caracteriza por sus grandes desigualdades económicas y sociales. El 0.4% de los colombianos (15.273 personas)  es dueño del 61.2% de la tierra que equivale a 114 millones de hectáreas, mientras que 3.5 millones poseen el 24%.

 

 Entre los años 1987 y 1992 fueron asesinados en Colombia  4.500 miembros de la Unión Patriótica, e igualmente sucedió con los militantes del movimiento político amplio A Luchar. 9 de cada 10 asesinatos de sindicalistas que se producen en el mundo  ocurren en Colombia, con un 100% de impunidad. En el año del 2002 hubo 1974 desaparecidos, en el 2003 fueron 4.800 civiles arrestados falsamente acusados  de rebelión civil.

 

Desde  diciembre del 2003  más de 10.000  personas han sido  asesinadas por grupos paramilitares. Existe una comprobada complicidad entre el Estado y los grupos de extrema derecha. Amnistía Internacional  en uno de los informes relacionados con los derechos humanos en Colombia, señalaba: “Los tipos de violación cometidas por el ejército varían en función de la región y la unidad. Por ejemplo,  en el Oriente de Colombia, donde los paramilitares son una fuerza débil  o todavía no se han implementado totalmente, el ejército está totalmente implicado en el asesinato de civiles  y de prisioneros fuera de combate, torturas y amenazas de muerte. En el resto del país, donde los paramilitares cuentan con presencia destacada, el ejército no actúa contra ellos y tolera su actividad, que incluye violaciones atroces del derecho internacional humanitario; suministra información  de inteligencia y apoyo logístico a algunos grupos paramilitares para que puedan llevar a cabo operaciones¸ y promueve activamente  y se coordina con paramilitares con los que realiza maniobras conjuntas”.[4]

 

Actualmente se confirma la relación estratégica que se implementó entre el Estado y los grupos paramilitares, desde donde se diseñó una campaña para aniquilar la resistencia civil propiciada desde movimientos sociales; desalojar a los campesinos de sus tierras, eliminar los líderes sindicales y de Derechos Humanos  y acallar las voces demócratas y progresistas del país. Al frente de esta estrategia estuvo el Presidente Álvaro Uribe Velez.

 

Como respuesta a esta acción del Estado los grupos subversivos  de Colombia FARC y ELN,  han acudido ha estrategias de guerra no convencionales, catalogadas por el Estado Colombiano y el gobierno Norteamericano como terroristas.  En contraposición estos dos gobiernos han implementado el Plan Colombia. E.E.UU  han suministrado más de 8.000 millones de dólares al gobierno de Colombia en los últimos  años.

Los gastos que hace el gobierno para mantener la guerra aumenta año tras año, en detrimento del gasto social.  Por ejemplo, en el período 1998 – 2001, periodo en el que la población colombiana reclamaba mayor inversión para sectores básico como la educación, la salud y la vivienda, los gastos militares fueron del siguiente orden.

 

 

 

 

 

 

Fuerza Publica y Seguridad, asignaciones presupuestales 1998-2001

Concepto
1998
1999
2000
2001
Crecimiento anual
Participación PIB (miles de millones de pesos)
<
99/98
00/99
01/00
1998
1999
2000
2001
Gastos de personal
2.192,8
2.615,2
2.843,9
3.007,0
19%
9%
6%
1,55%
1,72%
1,64%
1,53%
Gastos Generales
782,2
851,2
874,1
786,2
9%
3%
-10%
0,55%
0,56%
0,50%
0,40%
Transferencias
1.328,3
1.553,7
1.613,4
1.776,4
17%
4%
10%
0,94%
1,02%
0,93%
0,91%
Funcionamiento
4.302,6
5.020,1
5.331,3
5.596,5
17%
6%
4%
3,04%
3,30%
3,07%
2,84%
Inversión
330,0
445,7
759,3
756,7
35%
70%
0%
0,23%
0,29%
0,44%
0,39%
Total presupuesto
4.632,5
5.465,7
6.090,5
6.326,2
18%
11%
4%
3,27%
3,60%
3,51%
3,23%
Participación en el presupuesto
13,7%
13,1%
13,4%
11,9%
-
-
-
-
-
-
-

Fuente: Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Incluye presupuesto del Ministerio de Defensa, policía Nacional, DAS y Cajas de Retiro.

 

A partir del año 2001 hasta el 2011 esta tendencia se ha mantenido, lo cual refleja la intención guerrerista de los sucesivos gobiernos y particularmente del gobierno de Uribe

 

 

 

El anterior panorama nos permite afirmar que en Colombia existe una guerra interna, en la cual el Estado además del uso legal de la fuerza, ha acudido a la conformación de grupos con un perfil terrorista, como son las Autodefensas Unidas de Colombia y a prácticas de carácter terrorista como son la desaparición forzada y el asesinato. Es decir, el Estado se mueve entre la legalidad y la ilegalidad como una estrategia para asegurar la continuidad en el poder de una élite dominante, estrechamente comprometida con el narcotráfico y las bandas de paramilitares.

 

Constitucionalmente el Estado Colombiano cuenta con una normatividad que le permite enfrentar el terrorismo. La regulación colombiana de los estados de Excepción, está contemplada en los artículos 2122, 213, 214 y 215.  Entre estas medidas  en el artículo 214  se consagra que “no podrán suspenderse los derechos humanos ni las libertades fundamentales. Se respetará  el derecho internacional humanitario y además se establecerán los controles judiciales necesarios  para garantizar dichos derechos”.

 

Sin embargo, amparado en la política de la Seguridad Democrática, el Estado colombiano ha impulsado una serie de acciones que rompen con lo estipulado en el Estado Constitucional de Derecho.

 

 

A MANERA DE CONCLUSIÓN

 

Al realizar un estudio del concepto de terrorismo y sus prácticas, podemos afirmar que éste se ha constituido en una estrategia de guerra  utilizada por los que poseen el poder  “Terrorismo de Estado” y los que luchan por cambiar las formas de dominación imperantes “ Terrorismo de resistencia”.

 

A nivel internacional esta confrontación muestra diferentes facetas tanto por los motivos como por los medios empleados para crear el terror. Por ejemplo, ante la agresión realizada por los Estados Unidos e Inglaterra, con la utilización del Estado Israelí, contra los pueblos árabes y palestinos, éstos responden utilizando el terrorismo como una arma de resistencia  y única posibilidad de confrontar el poderío militar y tecnológico de las potencias agresoras; esto en el contexto de la guerra asimétrica.

 

A nivel nacional, se presenta el mismo fenómeno,  pero en menor escala. En Colombia por ejemplo, el Estado  Norteamericano diseñó el Plan Colombia  para enfrentar el narcotráfico, Sin embargo, este Plan tenía como verdadero propósito enfrentar las guerrillas, específicamente las FARC  y el ELN. y debilitar las luchas sociales.   Este plan contempló acciones tales como fortalecer el paramilitarismo, propiciar los desplazamientos forzados, asesinatos selectivos, y recortar  las libertades individuales; como “mecanismos garantes de un proceso de paz”.

 

Por lo tanto, en un escenario como el planteado no se debe contemplar el avance en una negociación; sin antes haber aclarado ante la sociedad colombina y las cortes internacionales el papel que ha jugado el terrorismo de Estado; propiciar  el desmantelamiento de esta práctica y juzgar a los responsables. Sólo así es posible adelantar diálogos pero unos diálogos en el que la responsabilidad y el sentido de las negociaciones las plantee la sociedad civil.

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

HESS, Henner. Like Zealots and Romans: Terrorism and empire in the 21 century. En: Crime, law & social change. Klawer Academic Publisher (2003). Netherlands. 2003.

 

LAUQUEUR, Walter. Terrorismo posmoderno. Reglas Nuevas para un antiguo juego. En:  Foreign Affaire. Volumen 75, N0 5. 1996.

 

Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Fuerza pública y seguridad. Asignaciones 1998- 2001. Bogotá. 1998.

 

NIETO, Irad E.  Estado Constitucional y Terrorismo. En: Revista Temática de Filosofía del Derecho. 2006. www. Filosofía y derecho.com/rtfd.

 

 

RAIGADA, José Luis. Comunicación social y terrorismo. En:  Revista Telos, No 14, 1998. pp 35 – 45.

 

REINERES, Fernando. Terrorismo y antiterrorismo. Ediciones Paidos. Barcelona, 1998.

 

TOSCANO, Roberto. Por una definición del terrorismo. En:  Diario del País, 3 junio 2002. Madrid, España.

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 





[1] Título 22 del Código de Los Estados Unidos, sección 2656(d).


[2]  Convención de la Conferencia Islámica , realizada en Kuala Lumpur en Marzo del 2002. Referencia publicada por el Internacional Herald  Tribune , el 3 de Abril del 2002.


[3] Artículo publicado en 1911, en la edición de Der Kamp, con el título de Acerca del terrorismo


[4] Informe Human Rights Watch, 1998. Colombia guerra sin cuartel. Violaciones del Derecho Internacional Humanitario

 

 

 

 

 



[1] Título 22 del Código de Los Estados Unidos, sección 2656(d).
[2]  Convención de la Conferencia Islámica , realizada en Kuala Lumpur en Marzo del 2002. Referencia publicada por el Internacional Herald  Tribune , el 3 de Abril del 2002.
[3] Artículo publicado en 1911, en la edición de Der Kamp, con el título de Acerca del terrorismo
[4] Informe Human Rights Watch, 1998. Colombia guerra sin cuartel. Violaciones del Derecho Internacional Humanitario